LAS DICHAS DEL RINCÓN
Estamos ubicados al norte de la comuna de Ninhue, a los pies del cerro Coiuin, entre mar y cordillera. Somos un grupo de 10 personas, tres matrimonios, un viudo y una madre soltera, pero como todos, dueños de casa y jefas de hogar. Hace 5 años estamos organizados y durante estos años hemos tenido altos y bajos. Pero ahí estamos, trabajando como siempre, recolectando, reuniéndonos; porque igual hemos tenido pequeñas ventas. Jamás se pensó que la gente se podría unir, organizarse para trabajar en esto (recolección) que siempre se vio muy lejano, desde fuera. No se le daba valor a los recursos que teníamos a nuestro alcance, pienso y recuerdo que eran muy pocos los que recolectaban, no nosotras, sino nuestras abuelas, era para la casa no más.
Desde que yo tengo uso de razón ellas recolectaban la manzanilla, cachanlagua y el orégano, a los cuales hoy día se han sumado una enorme variedad de hierbas, incluyendo los hongos. Recuerdo que cuando íbamos a la escuela eran objeto de juego, los reventábamos con los pies. Eso porque ignorábamos que ellos tenían un objetivo al existir, que se podían comer, como el blanco que sale en algunos lugares (vegas, sitios húmedos).
En cambio ahora es muy distinto, se ve con otros ojos, se reconoce el trabajo que uno hace. Con el conocimiento adquirido se le da más valor al producto, se cuida para no acabar con él. Y por el contrario, nos preocupamos de acrecentar el número de ellos y de que la gente respete el trabajo que nosotros (as) hacemos, que no destruya los productos. Lo que para ellos puede ser madera, para nosotros es una fuente de trabajo. Viéndolo ahora desde este punto de vista se le ha dado un lugar y valor muy importante a todos los recursos que están ahí, frente a nosotros y que antiguamente no se visualizaba como se lo hace hoy.
La idea es que también se abran los mercados y que esto crezca aún más.
POR: ANA VALVERDE
Estamos ubicados al norte de la comuna de Ninhue, a los pies del cerro Coiuin, entre mar y cordillera. Somos un grupo de 10 personas, tres matrimonios, un viudo y una madre soltera, pero como todos, dueños de casa y jefas de hogar. Hace 5 años estamos organizados y durante estos años hemos tenido altos y bajos. Pero ahí estamos, trabajando como siempre, recolectando, reuniéndonos; porque igual hemos tenido pequeñas ventas. Jamás se pensó que la gente se podría unir, organizarse para trabajar en esto (recolección) que siempre se vio muy lejano, desde fuera. No se le daba valor a los recursos que teníamos a nuestro alcance, pienso y recuerdo que eran muy pocos los que recolectaban, no nosotras, sino nuestras abuelas, era para la casa no más.
Desde que yo tengo uso de razón ellas recolectaban la manzanilla, cachanlagua y el orégano, a los cuales hoy día se han sumado una enorme variedad de hierbas, incluyendo los hongos. Recuerdo que cuando íbamos a la escuela eran objeto de juego, los reventábamos con los pies. Eso porque ignorábamos que ellos tenían un objetivo al existir, que se podían comer, como el blanco que sale en algunos lugares (vegas, sitios húmedos).
En cambio ahora es muy distinto, se ve con otros ojos, se reconoce el trabajo que uno hace. Con el conocimiento adquirido se le da más valor al producto, se cuida para no acabar con él. Y por el contrario, nos preocupamos de acrecentar el número de ellos y de que la gente respete el trabajo que nosotros (as) hacemos, que no destruya los productos. Lo que para ellos puede ser madera, para nosotros es una fuente de trabajo. Viéndolo ahora desde este punto de vista se le ha dado un lugar y valor muy importante a todos los recursos que están ahí, frente a nosotros y que antiguamente no se visualizaba como se lo hace hoy.
La idea es que también se abran los mercados y que esto crezca aún más.
POR: ANA VALVERDE
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